Es una tarde gris húmeda e incomoda en esta ciudad atestada de gente apurada y míticos edificios.
La humedad se hace sentir es casi como respirar bajo agua, la mayoría se sienten asfixiados.
Dos amigos han decido calmar el sofoco en un bar.
Llegan piden un café con leche otro solo y conversan de cosas triviales.
Trabajo, mujeres, dinero, salud y todo aquello que se suele hablar cuando hay que matar el tiempo y disfrutarlo.
Por fuera (ellos se encuentran dentro del bar) aparece una mujer esbelta vestida de blanco, se sienta en una de las mesas afuera.
Es tan blanca como su vestido casi parece un fantasma.
Uno de los amigos bromea:
-Si no fuera por los zapatos y la cartera negra sería un fantasma estupendo.-
La mujer afuera habla con el mozo quien la mira extrañado y vuelve con un te con masas.
Ella saca de la cartera un cuaderno y empieza a leer a la cuarta pagina hace un coqueto movimiento con la mano y guarda el cuaderno.
Se queda mirando las nubes.
Siente que esta pero no esta.
De pronto su celular hace un ruido y eso la obliga a volver.
Es un mensaje.
Lo lee y sonríe ,rápidamente responde y lo vuelve a dejar en su sitio quizás de donde jamás tendría que haber salido.
Pero eso sería la caja y ella lo que quiere es apagarlo pero no puede, lo máximo que puede hacer es dejarlo posado bajo su brazo y disfrutar de su te con masas.
Masas que no ha tocado apenas ha mirado.
Los amigos parecen hipnotizados por esta mujer es un fantasma tan exquisito que ambos aún con sus diferentes gustos en mujeres desean llamarle la atención pero ninguno se anima.
-Hay en ella una barrera, cómo un cartel que solo yo veo -argumenta uno- no te acerques o saldrás herido. No es una mujer natural ni común. Tiene algo que me llama tal vez sea su estatura...apenas le he visto parte de el rostro y las piernas.
El otro responde-Mal ángulo amigo mío te he robado el mejor sin querer yo desde aquí veo su rostro perfectamente y casi todo su cuerpo, el negro de sus ojos hace tal contraste con el blanco de su vestir y su piel que como el de su pelo. Pareciera tener una ascendencia italiana por sus facciones nada tienen de suaves y como vos he notado la barrera pero no el cartel.
Yo veo una nube.
Una nube que cubre su rostro llenándola de tristeza.-
-Blanca la nube sin dudas.-
-No bien negra llena de misterios.-
-Igual que ella.-
-Solo estamos seguros que una cosa la han plantado. Ese mensaje de recién lo explica.-
-Si como siempre de acuerdo.-
Ella sin conocer semejante charla saca de su cartera un espejo y se retoca el maquillaje. Ve en sus ojos la ansiedad y quiere disimularla con máscara para pestañas.
Pero su duelo va por dentro como siempre.
Todos ven su rostro, su pelo, sus ojos, sus piernas , sus senos, su cintura pocos ven el aviso que lleva toda ella y su dolor.
La vida le ha enseñado a mentir a ser la más perfecta actriz, aun cuando muy pocas veces sonríe nada nota la nube negra y opaca que va extinguiendo su alma.
Jugo con la tasa hasta darle un sorbo y pareció volver en si llenarse de fuerza tanta como para tomar su celular y revisarlo.
Paso fotos chats aplicaciones y todo era una gran tristeza y una pila de recuerdos.
¿Ella se había conformado?
¿Había dejado de pelear contra el destino y solo se había dejado estar?.
La pregunta ronda en su cabeza hace un tiempo y ve los cambios que el tiempo ha hecho en ella y esta medianamente conforme.
Esa sensación de inconformidad le hace esbozar una sonrisa sensual que tuvo un efecto devastador en los amigos.
-Es una fortaleza no es una mujer, esa sonrisa te lleva al paraíso pero esos ojos te maldicen.-
-Es una nube que opaca todo con su belleza húmeda de mujer y luego te apuñala cinco segundos antes del orgasmo.-
-¡Este fantasma nos ha vuelto poetas jajajajaja!.-
Y así dejaron de observarla ,salieron de ese estado y volvieron a su charla.
En efecto ella era fortaleza cubierta de nubes.
Belleza letal.
Y tantas cosas que ellos ni notaron.
Ella simplemente miraba las fotos he intentaba no ver.
No ver para sentir pero vio y una lágrima broto de su ojo derecho y dejo un camino negro.
Rápidamente tomo una servilleta y limpio el rastro de su rostro.
Pero no pudo limpiarlo de su alma.
No la habían plantado no esperaba a nadie o esperaba a un salvador en un fuerte corcel con una armadura y un barco para llevarla a donde fuera feliz.
A pesar dé su edad aún buscaba un príncipe guerrero voraz.
La tarde se estaba convirtiendo lentamente en noche.
Pero ella seguía pensativa acarreando su pena queriendo gritar y llorar del dolor que le desgarraba hasta lo más profundo de sus entrañas.
Las dudas.
Las inseguridades.
Las certezas todo en ella se apagaba como el día a medida que más se hundía en su reflexión había llegado hasta ese bar de pura casualidad y allí quería dejarlo todo.
Y lo estaba haciendo ya no se molestaba por arreglarse el maquillaje si las lágrimas la traicionaban.
Seguía respirando con dificultad la compostura no la había perdido ni el ego pero ya había dejado atrás la máscara.
El te se había enfriado lo bebió de un sorbo y el gusto amargo le pareció el de su alma.
Así estaría su alma en ese momento amarga y fría.
Miro la hora faltaban un cuarto de hora para las siete maldijo en silencio y llamo al mozo y le pidió otro te esta vez solo sin nada que acompañara.
Abrió su cartera y busco su neceser y procedió a maquillarse a arreglar el desastre que había provocado sus sentimientos inquietos.
Mientras se pasaba el pincel del labial salieron los amigos y la miraron.
La observaron de pies a cabeza con tan poca sutileza que ella levanto la vista y les dirigió una mirada dudosa pero no hostil.
No tenía tiempo de hacer más con sus ojos.
Pero a ellos les basto para ver la nube oscura que ella trataba de tapar con polvo base y rímel.
En efecto ella no estaba ahí estaba muy lejos en una nube...
O la nube estaba en ella.