Perdón, pero yo no uso el lazo negro, jamás lo verán en mi perfil ni en nada mío.
No es que falte al respeto a los fallecidos.
Es que eso no me representa en nada, ni a ellos.
Están conmigo en mi corazón.
Los siento a mi lado, los amo como ayer. No pierdo la esperanza de juntarme con todos ellos algún día.
Tampoco visito los cementerios.
No creo que allí reposen más que sus cuerpos; allí son cenizas o restos humanos sin vida. En mi mente, serán eternos.
Lo primero que se olvida de los que se han ido es, la mayoría de las veces, su voz.
Y recordar que no escucho ni recuerdo la voz de tantos que han partido me duele, y no quiero explicarlo.
Todos los días alguien se va de nuestras vidas, y muchos otros se van sin pertenecernos. Pero todos los días muere gente y, a su vez, nacen niños.
Tampoco creo en la reencarnación, aunque a veces siento déjà vus tan intensos.
Soy otra cuando cierro los ojos.
Y me conozco a medias.
Pero estoy conforme así.
Hablando con mis fantasmas, aunque qué no daría yo por hablar veinte minutos con ciertas personas que ya no caminan en este plano.
Mi mente se hunde en un pozo lleno de fuego, nada sagrado, y termino llorando por lo que hice, lo que dejé de hacer y lo que me guardo.
Las estrellas son mi camino y la luna, mi guía, no un lazo negro.
Ya bastante que uso negro muy seguido; mi luto podría ser perpetuo y lo es en lo profundo de mi alma.
Allí, rodeando el corazón, se encuentra mi lazo negro, cubierto de sombras de amargo ardor de tristeza y alguna cadena que me ata a la desesperación y la soledad.
Como no puedo sacarlo, no lo puedo mostrar ni quiero. ¿Imaginan el tamaño de tal lazo? Cubre todo mi corazón y alma.
¿Para qué poner uno más visible?
Buscar este blog
miércoles, 10 de septiembre de 2025
"Lazo negro"
Suscribirse a:
Entradas (Atom)