El pobre Amor ha sido vituperado y maltratado.
Aferrándose a la Verdad, cojea mientras intenta no ser atrapado por su rival.
Que ha crecido en cuerpo y seguidores.
¡El mundo se ha vuelto tan cruel!
Los humanos se han olvidado de él... Solloza mientras la Verdad le dice que no todos.
Es ahí donde aparece de la nada la Esperanza y dice que no tema, que ella salvará a la humanidad,
mas el Amor ha visto la crueldad con sus ojos y teme por todos y por la humanidad misma.
-También usan tu nombre en vano, Esperanza -
dice el Amor y la Esperanza empieza a mirar al mundo con los mismos ojos que el Amor.
¿Estamos tan ciegos los mortales para no darnos cuenta de lo que hacemos?
El fanatismo por todo nos ha hecho olvidar de lo verdadero y vivimos enfermos de Ira.
Así es cómo estos sentimientos definen nuestro día a día.
Entre las sombras salen el Odio y la Ira.
El Odio mismo se queja de que está sobrevalorado y en boca de todos.
La Ira, lo mismo; que cualquiera es digna de sentirla, pero que lo que sienten en conjunto
es muy degradado, no es ella.
Ese búnker en medio de una constelación lejana con vista panorámica a los humanos.
-Solían decir que solo el Amor salvará al mundo -dice el Odio-
y ahora me usan a mí para salvarse, miren las guerras y no solo las de fuego,
sino las interiores. Viven en completo caos consigo mismos.
Por eso todos estamos débiles y veo que algunos no han llegado... -
-Aguardemos un minuto por ellos, quizás lleguen... -dice la Esperanza,
pero el minuto de los sentimientos se transforma en un año terrestre
y solo llegan la Ilusión, la Tristeza, la Inocencia y el Sarcasmo.
-Éramos más en un principio y los humanos apenas nos usaban -
dice irónicamente el Sarcasmo.
-No sabían; han evolucionado -
corrige la Inocencia.
-Tú apenas te mantienes en pie gracias a los niños,
mas cuando crecen se olvidan de vos, no sé cómo hablas con tal desparpajo -
dice la Ira.
-Basta, amigos, haya paz entre nosotros -
calla la Ilusión.
Estamos aquí para descansar y para tomar decisiones con respecto a ese universo,
las deidades no se oponen, ya que ellos también han sido casi reemplazados.
-Propongo hacerlos inmortales -dice la Ilusión-
así evolucionarán y nos respetarán como en un pasado.
-¿Para que las guerras sean por siempre? -
-¿Guerras infinitas, Amor? ¿De dónde sacas eso? -
-Si son inmortales, las guerras no cesarán; al revés, se harán más grandes, más fuertes -
-Perdón, no lo habían pensado así -
-Sería un buen castigo, incluso mejor que matarlos. Sufrirán eternamente -
dice el Odio.
La Ira se relame como un gato hasta que recuerda que está por demás alimentada
y rechaza la propuesta.
-¿El Dolor no ha venido? -
pregunta el Amor.
-No, se quedó abajo. Está por demás ocupado, no como la Felicidad,
que prácticamente está de infinitas vacaciones. Aunque ha venido la Tristeza en representación -
responde la Ira.
-Yo tengo la solución al dilema que nos ha traído hasta aquí -
manifiesta la Tristeza.
-¿Cuál? -preguntan casi al unísono los demás.
-Reiniciemos el mundo, ese universo entero -
-Es un poco catastrófico y ya se ha hablado -
expone la Inocencia.
-Por arriba se habló, considerémoslo -
dice la Tristeza.
-Yo propongo algo mejor -dice el Honor-
que había estado teniendo un acalorado debate con la Tristeza en un apartado del búnker.
-Si en menos de diez minutos contemplamos al mundo y encontramos razones para dejarlos vivir,
los dejamos vivir y los alimentamos, y nos alimentamos cada uno.
De lo contrario, si siguen actuando en manada cuando no deben
y solos cuando deben estar acompañados, votemos a favor de la idea de la Tristeza.
Veo que el Sarcasmo no me cree -
El Sarcasmo y la Ira lo miraron dubitativos.
-Soy el Honor, así flaco y débil, tienen mi palabra -
Desde el Amor hasta la Inocencia, pasando por el Odio y la Esperanza, aceptaron.
Dieron vuelta el reloj de arena y observaron a los seres humanos.
El Amor vio miles de parejas prometiendo amor eterno frente a sus seres queridos,
observó a un padre cuidar de sus hijos con vehemencia y sonrió. Amor sincero y puro.
La Verdad encontró muchos adeptos, más aún en las guerras. Rebuscó y todos creían tenerla,
como siempre, dividida; mas agudizó su ojo y encontró una mujer que juraba amar de verdad,
y como su pasado estaba lleno de heridas, nadie podía tratarla de mentirosa.
Y si esa mujer decía la Verdad absoluta, se sintió más conforme.
La Inocencia vio a una adolescente que señalaba el Cielo, justo donde ellos estaban,
y decía que allí quería ir de grande, y observó que un niño salva a su madre de una bomba.
Se sintió plena.
La Ira posó su mirada en las guerras y notó que ahora peleaban menos,
aunque con más Ira, y que ella era usada por seres más centrados.
Ira pura, se enorgulleció.
El Sarcasmo dirigió su mirada a los adolescentes y políticos y vio que ya no era tan utilizado para mal,
esa energía no lo desgastaba, no había humillación alguna.
El Odio ojeó al mundo en general y, sí, seguía siendo el más fuerte, ya no tan mal usado.
Le alcanzó, estaba por demás alimentado.
La Ilusión vio nacer un niño en medio de la nada, siendo acogido por la madre solitaria
que lo cargó en brazos amorosamente, y al llegar a su destino la recibieron de brazos abiertos, felices.
Vio también a soldados regresar a sus casas. Eso la llenó.
La Esperanza divisó un grupo de humanos arreglando una casa en ruinas
y levantándose para ayudar a otros.
Cerró los ojos de satisfacción.
La Tristeza vio los campos de batalla; ahí, entre heridas, encontró a tantos llorando
que ni miró las ciudades lamentándose por otras tristezas.
Le bastó para nutrirse.
El Honor vio a millones de soldados de todo el mundo jurando lealtad a su país
y giró la vista a las ciudades: miles marchando por causas diferentes en las que creen fervientemente.
Debió sentirse pleno, pero miró a los demás y se dio cuenta de que los seres humanos estaban condenados,
porque entre ellos no podían coexistir mientras ellos, los sentimientos, fueran tan opuestos,
mas necesarios.
El Amor dijo que habían pasado los diez minutos.
-¿Se encuentran todos conformes? -
pregunta el Odio.
Todos, menos el Honor, respondieron que sí.
Y expuso su pensamiento: que ellos eran el problema, que la raza humana estaba agobiada por ellos
Y que jamás podría haber un mundo perfecto.
-Ya existió un Edén -
refuta la Tristeza.
-Y nunca habrá otro, me temo -
dijo el Honor con la voz llena de sombras.
La Esperanza murmuró en su oído:
-No depende de nosotros -
Aferrándose a la Verdad, cojea mientras intenta no ser atrapado por su rival.
Que ha crecido en cuerpo y seguidores.
¡El mundo se ha vuelto tan cruel!
Los humanos se han olvidado de él... Solloza mientras la Verdad le dice que no todos.
Es ahí donde aparece de la nada la Esperanza y dice que no tema, que ella salvará a la humanidad,
mas el Amor ha visto la crueldad con sus ojos y teme por todos y por la humanidad misma.
-También usan tu nombre en vano, Esperanza -
dice el Amor y la Esperanza empieza a mirar al mundo con los mismos ojos que el Amor.
¿Estamos tan ciegos los mortales para no darnos cuenta de lo que hacemos?
El fanatismo por todo nos ha hecho olvidar de lo verdadero y vivimos enfermos de Ira.
Así es cómo estos sentimientos definen nuestro día a día.
Entre las sombras salen el Odio y la Ira.
El Odio mismo se queja de que está sobrevalorado y en boca de todos.
La Ira, lo mismo; que cualquiera es digna de sentirla, pero que lo que sienten en conjunto
es muy degradado, no es ella.
Ese búnker en medio de una constelación lejana con vista panorámica a los humanos.
-Solían decir que solo el Amor salvará al mundo -dice el Odio-
y ahora me usan a mí para salvarse, miren las guerras y no solo las de fuego,
sino las interiores. Viven en completo caos consigo mismos.
Por eso todos estamos débiles y veo que algunos no han llegado... -
-Aguardemos un minuto por ellos, quizás lleguen... -dice la Esperanza,
pero el minuto de los sentimientos se transforma en un año terrestre
y solo llegan la Ilusión, la Tristeza, la Inocencia y el Sarcasmo.
-Éramos más en un principio y los humanos apenas nos usaban -
dice irónicamente el Sarcasmo.
-No sabían; han evolucionado -
corrige la Inocencia.
-Tú apenas te mantienes en pie gracias a los niños,
mas cuando crecen se olvidan de vos, no sé cómo hablas con tal desparpajo -
dice la Ira.
-Basta, amigos, haya paz entre nosotros -
calla la Ilusión.
Estamos aquí para descansar y para tomar decisiones con respecto a ese universo,
las deidades no se oponen, ya que ellos también han sido casi reemplazados.
-Propongo hacerlos inmortales -dice la Ilusión-
así evolucionarán y nos respetarán como en un pasado.
-¿Para que las guerras sean por siempre? -
-¿Guerras infinitas, Amor? ¿De dónde sacas eso? -
-Si son inmortales, las guerras no cesarán; al revés, se harán más grandes, más fuertes -
-Perdón, no lo habían pensado así -
-Sería un buen castigo, incluso mejor que matarlos. Sufrirán eternamente -
dice el Odio.
La Ira se relame como un gato hasta que recuerda que está por demás alimentada
y rechaza la propuesta.
-¿El Dolor no ha venido? -
pregunta el Amor.
-No, se quedó abajo. Está por demás ocupado, no como la Felicidad,
que prácticamente está de infinitas vacaciones. Aunque ha venido la Tristeza en representación -
responde la Ira.
-Yo tengo la solución al dilema que nos ha traído hasta aquí -
manifiesta la Tristeza.
-¿Cuál? -preguntan casi al unísono los demás.
-Reiniciemos el mundo, ese universo entero -
-Es un poco catastrófico y ya se ha hablado -
expone la Inocencia.
-Por arriba se habló, considerémoslo -
dice la Tristeza.
-Yo propongo algo mejor -dice el Honor-
que había estado teniendo un acalorado debate con la Tristeza en un apartado del búnker.
-Si en menos de diez minutos contemplamos al mundo y encontramos razones para dejarlos vivir,
los dejamos vivir y los alimentamos, y nos alimentamos cada uno.
De lo contrario, si siguen actuando en manada cuando no deben
y solos cuando deben estar acompañados, votemos a favor de la idea de la Tristeza.
Veo que el Sarcasmo no me cree -
El Sarcasmo y la Ira lo miraron dubitativos.
-Soy el Honor, así flaco y débil, tienen mi palabra -
Desde el Amor hasta la Inocencia, pasando por el Odio y la Esperanza, aceptaron.
Dieron vuelta el reloj de arena y observaron a los seres humanos.
El Amor vio miles de parejas prometiendo amor eterno frente a sus seres queridos,
observó a un padre cuidar de sus hijos con vehemencia y sonrió. Amor sincero y puro.
La Verdad encontró muchos adeptos, más aún en las guerras. Rebuscó y todos creían tenerla,
como siempre, dividida; mas agudizó su ojo y encontró una mujer que juraba amar de verdad,
y como su pasado estaba lleno de heridas, nadie podía tratarla de mentirosa.
Y si esa mujer decía la Verdad absoluta, se sintió más conforme.
La Inocencia vio a una adolescente que señalaba el Cielo, justo donde ellos estaban,
y decía que allí quería ir de grande, y observó que un niño salva a su madre de una bomba.
Se sintió plena.
La Ira posó su mirada en las guerras y notó que ahora peleaban menos,
aunque con más Ira, y que ella era usada por seres más centrados.
Ira pura, se enorgulleció.
El Sarcasmo dirigió su mirada a los adolescentes y políticos y vio que ya no era tan utilizado para mal,
esa energía no lo desgastaba, no había humillación alguna.
El Odio ojeó al mundo en general y, sí, seguía siendo el más fuerte, ya no tan mal usado.
Le alcanzó, estaba por demás alimentado.
La Ilusión vio nacer un niño en medio de la nada, siendo acogido por la madre solitaria
que lo cargó en brazos amorosamente, y al llegar a su destino la recibieron de brazos abiertos, felices.
Vio también a soldados regresar a sus casas. Eso la llenó.
La Esperanza divisó un grupo de humanos arreglando una casa en ruinas
y levantándose para ayudar a otros.
Cerró los ojos de satisfacción.
La Tristeza vio los campos de batalla; ahí, entre heridas, encontró a tantos llorando
que ni miró las ciudades lamentándose por otras tristezas.
Le bastó para nutrirse.
El Honor vio a millones de soldados de todo el mundo jurando lealtad a su país
y giró la vista a las ciudades: miles marchando por causas diferentes en las que creen fervientemente.
Debió sentirse pleno, pero miró a los demás y se dio cuenta de que los seres humanos estaban condenados,
porque entre ellos no podían coexistir mientras ellos, los sentimientos, fueran tan opuestos,
mas necesarios.
El Amor dijo que habían pasado los diez minutos.
-¿Se encuentran todos conformes? -
pregunta el Odio.
Todos, menos el Honor, respondieron que sí.
Y expuso su pensamiento: que ellos eran el problema, que la raza humana estaba agobiada por ellos
Y que jamás podría haber un mundo perfecto.
-Ya existió un Edén -
refuta la Tristeza.
-Y nunca habrá otro, me temo -
dijo el Honor con la voz llena de sombras.
La Esperanza murmuró en su oído:
-No depende de nosotros -
Todos se marcharon llenos aunque sabiendo que dentro de poco volverán si la humanidad no cambia.
Y así la humanidad siguió su curso sin saber que estos sentimientos los observaron
y casi los destruyen...
y casi los destruyen...
