La fiebre tal y como suena de eso se trata.
De una noche y un día ardientes como candela.
Del sistema inmunitario defendiéndose dé un virus.
Fiebre ni de oro ni de alcohol, fiebre que se extendiendo por mi cuerpo y me quema, dándome una sensación de frío falsa.
Mientras mi cuerpo ardía.
Mi nuca se sentía en llamas mi frente igual pero mis pies se sentían fríos.
¡Helados!
Me los refregué de la manera más voraz y ansiosa contra las sábanas grises perla poco ayudo, iba en picada hacía el delirio mis ojos se cerraban y abrían y en esos micro instantes veía un hombre en la ducha.
Cerré con fuerza los ojos y trate de ver quien era pero el vapor de aquella visión no me dejaba.
La fiebre no cedía estaba cansada, mi sed aumentaba y como buena modernista liquida trate sin éxito de agarrar el celular que como si tuviera vida propia se alejo de mi.
Intente con más éxito pararme me concentre en ello primero asentar con firmeza los pies luego que los pies helados mantuvieran el peso de mi cuerpo en llamas.
Apenas llegue a la cocina y me lance ferozmente hacia la heladera bebí agua helada y sentí en punzante contraste con el calor, era una sensación deliciosa.
Deje la botella sobre la mesada no iba a ir al baño no iba a llegar ya sentía fallar mis piernas y mi equilibrio era muy débil me apoye en la mesada y moje mi nuca.
El agua no era tan fresca pero ayudaba cuando una ola de frío me toco todo mi cuerpo hasta lo más intimo de mi ser sintió frío.
Un frío desolador.
Lúgubre como de película de terror.
Otra vez tome las pocas fuerzas que me quedaban y tambaleé mi cuerpo hacía la pieza y mi cama.
Un refugio. Cálido para un frío que calaba los huesos y el alma.
Por más que intenté abrigarme una nube gris tapo mi visión.
La fiebre aumentaba.
Todo era inútil nada me calentaba y tras esa neblina veía una sombra bañarse.
La podía sentir su presencia su aroma pero no ver más allá de su espalda era tan vano...y estaba tan consumida, tan débil que me sentía como un niño tratando de empujar un elefante.
Era calor y frío.
Era frío y calor.
En extremo.
Una nada delicada mezcla de dos climas. Que se alojaban en mi cuerpo.
Y mi sistema trataba de combatir con ello algo quizás peor...
Pero la neblina casi apropiada de mi mente ya es imposible todo; temo caer a este vacío.
Es tan hondo que seguiré cayendo eternamente me temo.
Mis temores se fortalecen cuando más se debilita mi cuerpo.
Las palpitaciones de mi corazón por momentos son excesivas y luego parecen detenerse.
La noche es abyecta para todo menos para sufrir esta fiebre y sentirse inocente.
Inocencia perdida, regalada y vuelta a crear.
Soy inocente y no merezco esta fiebre que me hace temblar y estremecer que me ciega los sentidos y hasta me da placer.
Un placer morboso ya que odio el calor pero trae recuerdos nebulosos a mis muslos.
Por fin puedo dejar de pensar más la sombra se asegura que no olvide su presencia.
Es un pequeño sonido que viene del baño si no tuviera fiebre diría que es la canilla de la bañera pero ahora no puedo. ¡No tengo certeza de nada!.
El ardor ha tomado mi cuerpo y deseo abrazarlo como la última vez.
Ser un victima de una pira imaginaria, morir ardiendo sin más que mi cuerpo y renacer cuál fénix.
Intento sonreír al pensar en eso y la saliva de mi labios se escapa, esta ardiendo.
Pensé que ya había muerto esa parte de mi pero sigue viva junto a mi desdén y mi nostalgia.
Dos metros más arriba de mi tristeza y mi complejo de Sísifo.
Y mis temores a embauques coronarios.
Nunca fui una acreedora dé salud bien por el contrario debo más de lo que tengo y aspiro más de lo que puedo pensar en este micro instante que desaparece como la brisa que me refresco.
Así envuelta en llamas que vienen de mi cuerpo acostaba en mi cama con sabanas grises perla y sin poder saber quien o que es la sombra del baño siento el enorme hueco de mi tristeza dulce y ya nada importa.
Más no quiero dormir y no puedo mis latidos hacen que mi pecho se mueva rápidamente.
Me molesta el cabello y un mosquito a derribado la frontera de la fiebre con la realidad, astuto insecto lo escucho claro rondar mi cara ardiente.
Insecto pasaste la neblina y eres casi lo único real y lo único vivo además dé mi.
¿Y la sombra?.
Ya no no sé que es ni que significa me ahogo en llanto mientras clavo mis uñas en mi cuello donde el mosquito a picado.
Ahora también estoy rasguñada.
Debo dar lástima. Cosa que a las personas como yo no nos gusta ni un poco.
Me he descuidado, yo jamás seré así de nuevo.
Que debilidad, que sed, que calor y que ansias de un beso reconfortante y un cariño sincero antes de dormir.
Mi corazón se calma, baja lentamente sus latidos y mi tórax se calma.
El frío quiere volver más es ¿eso es la sombra? se acerca a mi por la espalda no puedo darme vuelta estoy tan cansada...
Siento que algo se apoya en mi espalda y me abraza es una sensación conocida y agradable...sensual.
Me calma y desespera.
Me dejo ir.
Hasta mañana o hasta cuando pase esta fiebre que quiere trasladarse hasta mi intimidad mental y humana.
Tal vez llegue a un plano espiritual realmente ¿Quién sabe?...