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jueves, 25 de septiembre de 2014

"La pequeña de los cabellos de cobre"

Había una vez... 

En tierras lejanas... Y en otros tiempos...


Vaya cliché ¿verdad?
Bueno pero de vez en cuando es bueno volver a lo clásico.
Aunque proviniendo de mi no sé que tan clásico sea el cuento.

Allá en un extraño paraje de otro tiempo había una vez una pequeña con los cabellos de cobre.
En esa ciudad ella era la única que los tenía así.
Las demás pequeñas lo tenían de plata u oro.
Por eso esta pequeña era especial.
Única en su tierra.
Única tal vez en el mundo.
 Ella salía tanto a la noche como en el día.
Eso era bueno para ella y era causa de envidia para las demás ya que las que poseían el cabello de plata no salían durante la noche y las que tenían el cabello de oro no salían durante el día.
¿Por qué?
Las pequeñas con el cabellos de plata de noche a la luz de la Luna sus cabellos se opacaban y sentían frío.
Y a las que poseían el cabello de oro les sucedía lo mismo con los rayos del Sol con la diferencia que estas sentían calor.
Tanto el frío como el calor en exceso las lastimaba y por ende salían así de alternadas.
A la pequeña de los cabellos de cobre cuando era de día y el Sol iluminaba sus cabellos centellaban miles de colores semejantes a un arco iris.
Y la luz de la Luna le daba un efecto de oscilación muy bonito.
Al tener esa posibilidad de salir tanto de noche como de día ella se enteraba de todo lo sucedido sin intermediarios.
Y podía pasear hasta la cascada de fresias en cualquier momento.
Como podía internarse en el bosque de azulejos siempre que tuvieras ganas.
Pero ...(siempre hay un pero en las historias que intentan ser clásicas) un día hubo un eclipse total de Luna y allí se juntaron todas las de aquel extravagante paraje.
Y decidieron que nuestra pequeña era un ser malo.
Una aberración contra la naturaleza de el lugar ya exótico de por sí.
Todas hablaron mal de ella y los vituperios fueron terribles.
Con la cabeza baja,mirando al piso,pisando las peras que crecían en lugar de el pasto en el sendero a su hogar camino.
Así llego,triste,dolida de ser tan maltratada solo por tener los cabellos de cobre.
Su hermosa libertad ahora era un castigo.
Se miro al espejo y decidió esconderse un tiempo.
Lloro dos días seguidos y durmió una semana entera.
En un momento quiso ir a el jardín de chocolate pero al salir de su casa se encontró con las pequeñas de el cabello de plata (era de día) y ellas le gritaron groserías y hasta le arrojaron un puñado de tierra celeste que cubrió y mancho feamente su vestido blanco.
Apurada y manchada regreso a su cuarto y se volvió a enfrentar con el espejo.
-¡¿Por que?!-Grito-¿por que debo tener este horrendo cabello?.Así  nunca podré volver a ver ni el día ni la noche más que por las ventanas de esta casa,jamás volveré a ver el volcán de dulce de leche,ni la ruta de frutillas,ni nada.-
Y siguió llorando por dos años.
Cuando sus lágrimas se agotaron durmió otros siete años.
En sus sueños era feliz escalando la montaña de caramelo y surfeando en la nieve de miel y demás privilegios que ella tenía por su condición de única.
No todos los lugares eran aptos para las demás ya que los cabellos de plata no se llevaban bien con la miel-nieve y escalar la montaña de caramelo sólido para imposible para las que lo tenían de oro,sin embargo muchas veces ella fue por caramelo y miel para aquellas desagradecidas que ahora la trataban como un animal maldito.
Como si fuera la serpiente-perro.
Cuando despertó ya no era más una pequeña ya era una bella mujer con los cabellos de cobre.
Sus formas habían desarrollado mientras dormía y su cabello había crecido.
Reflexiono unos momentos y decidió que cortaría su cabello.

           


Pero al tomar las tijeras y ponerlas sobre su pelo recorrió con la mirada su habitación y vio por la ventana a un hombre de ojos azules y piel más bien oscura en comparación a las de las demás habitantes de ese pueblo.
Soltó de pronto las tijeras y siguió viendo a aquel hombre extraño que caminaba por su parque.
Era alto y su pelo era marrón.
-Hombre extraño-Pensó 
Pero para ella como para los demás habitantes de ese pueblo lo común era extraño y viceversa.
Sin contar de que para ella los hombres eran extraños porque había dormido años.
Pero lo "extraño" de este hombre la atraía.
Sus ojos,su pelo,sus hombros,su piel,todo en él le llamaba la atención.
Quería ir a hablar con él y ya estaba pronta a hacerlo cuando recordó su dilema.
Quería verlo.
Ansiaba hablar con él.
Y no podía salir.
Ahora que lo había visto ya no deseaba cortar sus cabellos.
La coquetería había sido despertada en ella por aquel hombre extraño.
¿Recordarían que ella existía en el pueblo?
¿La seguirían tratando mal?
Reunió todas sus fuerzas y salió.
Al verla nadie la reconoció el tiempo había echo que se olvidaran de ella en apariencia hasta que una mujer con cabellos de plata la señalo y grito:
-Ahí esta es la que no encaja sigue viva.-
Todos los ojos se posaron en ella y entre ellos ojos los ojos de aquel hombre.
Sintió vergüenza y odio al mismo tiempo.
Y ya iba a gritar cuando el hombre de cabellos oscuros se acerco y le dijo:
-Hola te estuve esperando mucho tiempo.-
Ella no entendía de que hablaba hasta que él le explico.
-Oí hablar de ti en mi pueblo es allá -dijo señalando las montañas de caramelo- allá nosotros no tenemos casi luz y me han dicho que tu pelo siempre ilumina.¿Es cierto?.-
-Si o eso creo ¿por?-
-Te necesito en mi castillo-
-¿Para dar luz con mi pelo?-
-Y para que ilumines mi vida.-Respondió el extraño con una bella sonrisa en los labios.
-Tú quieres que me vaya a vivir contigo?-
-Eso quería solo para que ilumines mi castillo pero ahora que te veo eres tan hermosa que te imploro seas mi mujer así iluminarás mi vida con solo verte.-
Mientras ellos platicaban esto las demás los señalaban y gritaban-¡Fenómeno,maldita!-
Pero ella no prestaba atención ya que este hombre de cabello común le ofrecía matrimonio.
Pensó en silencio un largo rato.
-¿Ninguna de las otras mujeres te sirve para iluminar tu castillo?-
-No.-
-¿Por que?.-
-Ninguna tiene cobre en los cabellos y ninguna sonríe entre lágrimas como tú-
Nuestra ya mujer se sonrojo e hizo un gesto coqueto con las piernas,luego le pregunto si había llevado a alguna a su castillo y él dijo que no y que por eso ella era maldita.
-¡¿Como?!-Exclamó ella
-Soy un príncipe y hace años vine a buscarte primero solo con la idea de que iluminarás mi castillo y parte de mi pueblo.-
-¿Cuando fue eso?-
-Desde aquel eclipse total- Respondió él.
Ahí ella se dio cuenta de todo el apuesto príncipe había venido a buscarla durante el eclipse y a ella la denigraron justo ese día para que se escondiera y las demás tomar su lugar,pero les fue imposible.
-¿Y desde entonces me buscas?-
-Sí,he venido todos los días desde aquel día algunas personas me han dicho que habías muerto,otras que habías escapado pero algo en mi decía que estabas aquí. Y ahora te tengo frente mío luego de verte dormir tanto tiempo.-
-¿Me viste mientras dormía?-
-Si,perdona pero encontré tu casa un día después de mucho andar y te vi,me quedé observándote tenías una bella sonrisa en los labios,desde aquel día espero que despiertes.-
-Ahora estoy despierta-
-Si y yo tengo el honor de querer dedicarte mi vida ¿la aceptas?-
-Si-


Luego ella empaco sus pocas cosas y se marcho al castillo del príncipe en el camino todas la miraban con desprecio pero ella se limito a gritarles:¡Envidiosas!
Cosa que al príncipe Joaquín (pues ese era su nombre) le causo mucha gracia.
Ahora Nicol vivía en un castillo hermoso rodeada de personas que la querían y no solo por su cabello sino por su alegría,su magia de reírse de lo aprendido y por todos sus verdaderos atributos.
Vivía cerca de su antiguo pueblo y de vez en cuando paseaba en carruaje por ahí y hacía todas las cosas que de pequeña le agradaban tanto ahora en compañía de Joaquín.
Los años dormida fueron el precio que le habían obligado a pagar por ser única.
Ahora lo entendía.