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martes, 25 de octubre de 2016

·El sueño"

Ella esta acostada, tiene la cabeza recostada en mi pecho y duerme.
Y no puedo dejar de observarla.
Estoy hipnotizado.
¿Como logra dormir así?
Parece tan pacifica,tan plena,una semi sonrisa esta dibujada en sus labios.
Su cabello se acomodo al instante que ella poso su cabeza en mi pecho sobre su espalda apenas cubierta por un camisón de raso.
Y yo estoy que parezco hechizado por la serenidad que irradia.
¿Como logra dormir así?
Por favor me urge una respuesta.
¿Acaso su oreja posada en mi pecho no escucha mis palpitaciones?
Bien sabe que apenas siento el perfume de su piel me vuelvo un loco.
Un depredador.
Y a la vez un ser lleno de dulzura que ella se encarga estratégicamente de que sea casi toda para ella.
¿No siente como bombea sangre desesperadamente la vena interior?
La sangre fluye y fluye de forma enloquecida y ella no escucha nada.
No logro comprender y me estoy poniendo nervioso al ver esos ojos cerrados.
Esos ojos oscuros que son ventanas al mismo paraíso infernal.
¡Están cerrados!
Necesito un  cigarrillo.
Pero no puedo alcanzar el paquete sin molestarla.
Tendré que aguantarme las ganas.
Y tratar de respirar profundo para no caer más en esta locura.
Retrocedamos.
Habíamos estado hablando en la cama y ella había dicho pasándome la mano derecha por el pecho:
-Acá me siento tranquila.
Siento que es mi lugar en el mundo.-
Yo la había mirado y había soltado una carcajada,la cuál pague con una mirada bastante despótica de su parte y no pude menos que abrazarla; allí cuando la abracé me dijo:
-Si acá todo es paz.
Aunque tu seas guerra.
Aunque yo sea fuego.
Acá es paz.-
Luego de eso me beso tan tiernamente en los labios que casi desfallezco.
En realidad ahora que noto todo el día había sido una tortura dulce para mi.
Y no es raro que como resultado de esos cariños me encuentre con el corazón latiendo cuál prófugo.
Ella y su manera de caminar casi un paso delante mío para que la vea de cuerpo entero y vea el bamboleo de sus caderas que casi sin pudor alguno me dedica.
Ella y su costumbre de mover el pelo como si fuera una sirena.
Ella y su forma de abrazarme y besarme en medio de la avenida como si nadie la viera.
Ella y sus manías.
A veces dulce,tierna,seductora,impactante,excéntrica,sarcástica,descarada,perversa,lujuriosa,maligna,aniñada y miles de cosas más que describen a esta mujer.
Pero hoy no fue un día normal.
Las compras las hicimos en contra de mi voluntad yo no quería salir y menos a un centro comercial.
Ella si no salía se ahogaba.
A fuerza de :
-Vamos por favor te quiero lucir un rato "pa" -(suele llamarme así cuando me niego a algo que ella quiere) y entre los ojos que pone y su maligna voluntad logra casi todo de mi.
Muchas veces he pensado que ha vencido todas mis reglas.
Aún no logra saltar algunas de las vallas que le he puesto en el camino pero otras me hizo derribarlas yo mismo.
No sé por que; pero lo hice.
Igual sé que vencí mucho a su orgullo y a sus miedos.
Eso es mi mayor trofeo.
En el centro comercial salto sobre mi al ver un conjunto de lencería y a fuerza de caricias entre lo desgarradoras y sutiles me llevo a comprarlo y me hizo ver si le quedaba.
Estaba ahí bien marcada su intención.
Luego vio una pollera la cuál me pareció demasiado cara por tan poca tela y puse mi mejor cara de celoso y me quedé tomando un café.
Ella se sentía en la gloria si yo la celaba,pero hoy mascullo otro "pa" y una suplica y al verme firme en mi decisión había bajado la cabeza y caminado hasta la tienda sola no sin antes de entrar mandarme un beso por el aire.
Eso fue otro detalle.
Cuando ella se enojaba no daba vuelta la cabeza y me enviaba un beso sino que se paraba y empezábamos a discutir. 
Hoy no.
Salio de la tienda con una bolsa de cartón en la cuál iba la pollera que no creo vaya a usar más que estando en su casa sola un día de calor.
En realidad eso no es una pollera sino un retazo pequeño muy pequeño de algodón con encaje negro.
Más tarde nos habíamos provisto de víveres en realidad más para su casa que para la mía y me había dejado elegir todo a mi.
Hasta las pastas.
Eso tan bien fue un detalle que había notado.
Cenando y conversando se había quejado de un dolor en el cuello y había empezado a masajear la zona pero a mis ojos era otro de sus actos de seducción y egocentrismo.
Lo pase por alto a medias ya que adoro esos rituales.
Al llegar a la cama habíamos estado conversando de todo y de nada a la vez, típicas charlas nuestras.
Eternas, sin pies ni cabeza.
Pero llenas de todo.
Mezclamos los temas con una facilidad única.
Luego de un cigarrillo y unas caricias ardientes me dijo :
-En serio me duele el cuello,no te ofendas.-
Y corrió mi mano que intentaba bajarle el bretel al camisón.
Vi en sus ojos el dolor y guarde para más tarde mis apetitos masculinos.
Antes de caer en este letargo que ahora la mantiene con la cabeza en mi pecho había dicho eso de "su lugar en el mundo" y demás luego un buenas noches acompañado de un beso y un mordisco suave en mi boca se había acomodado y casi instantáneamente se había dormido.
Si, había sido un día raro en varios aspectos.
Pero tampoco para que yo me estuviera volviendo loco y sin embargo estoy embelesado y preocupado por la cabeza que descansa sobre mi pecho.
Una mano se posa justo en mi hombro izquierdo.
La tiene helada y yo debo estar ardiendo en fiebre.
Creo que me estoy quedando sin opciones y sin aire.
Un gemido brota de sus labios.
Suena a dolor.
¿Ambos sufrimos?
Yo sufro y gozo.
¿Y ella?
Es en ese micro segundo que una pierna de ella se posa entre mis piernas.
Y yo ya no respiro estoy hiperventilando.
Esos ojos cerrados,esa calma,ese gemido,esa pierna,el cabello sobre su espalda que no roza mi brazo.
No aguanto más.
Soy el más fuerte y lo sé.
Yo la subo entera encima mío y ahí si podremos dormir ambos.
Con la precisión de un cirujano la subo encima mío casi totalmente,ella entreabrió los ojos,me beso y siguió durmiendo.
Ahora al verla así cierro mis ojos y hasta mañana locura.

















Triste fue mi despertar estaba sola bañada en sudor,tiritando de fiebre y acostada boca abajo en mi cama.
Sin casi poder respirar.
Ahogada.
Con  el bretel del camisón apretando mi brazo derecho.
Y un horrendo dolor de cuello.
Desperté sola y ahora no puedo ni mover la cabeza por este dolor.
Pero entre sueños oí una voz.
Desesperada.
Angustiada.
Unas palpitaciones inundaron mi pecho.
Y dejé de pensar en esas alucinaciones.
Seguro fueron producto de la fiebre.
¿Segura?













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