Como todos sabemos por experiencia propia o porque nos han contado una de las cosas más inútiles y desagradables son las reuniones de consorcio.
Son algo que muchas veces evitamos pero tarde o temprano tenemos que asistir a alguna y sufrir.
Armados de paciencia para soportar una hora y media o más (dependiendo de los administradores y la cantidad de departamentos) de estadísticas numéricas que luego no podemos comprobar y quejas interminables por humedad, falta de mantenimiento etc. en sus unidades y algún que otro aumento a los que administran.
Pero este edificio es un tanto especial...
El día que se anuncia la reunión este grupo de vecinos empiezan a mirar sus departamentos con lupa, luego arman grupos de pros y contras ¡Parecen políticos!, ya mastican el sabor de un arreglo que esta muy por fuera del presupuesto y es totalmente banal.
Mientras otros simplemente quieren que el pintor pase a terminar una obra que lleva varada casi un año.
Las alianzas no se hacen esperar vecinos contactan a dueños a otras unidades que las tienen en alquiler y les avisan ,ellos por supuesto convencidos por la astucia de los primeros aceptan están en la reunión virtualmente otros les dan el permiso de ser representados.
Como tampoco los desengaños.
El día de la reunión Ellen escucha desde su departamento el bajar y subir incesante de los ascensores y siente como la atmosfera se va poniendo más densa.
Algo en su cuerpo le dice que esto tiene que terminar y su mente empieza a vagar. A medida que el tiempo pasa ya esta sumergida en su desvarió de ira contra la mayoría de los vecinos y la insoportable administración.
Esta ladeada en su sofá y tiene una sonrisa perversa en los labios.
Su mente la ha llevado por los lugares más oscuros de su memoria en las reuniones de consorcio.
Las humillaciones, los maltratos, las estafas, las veces que fue ignorada su única petición.
Y la conclusión era única y excelente.
Prendería fuego en la reunión primero con sus palabras citaría a algunos de sus autores favoritos para demostrar que no la ignorante que todos creían y luego reclamaría lo suyo a voz de cuello.
Nada ni nadie la detendría.
Esta vez no soportaría que la juzguen por su celular dé mucha o poca monta su ropa o nada.
Ellen se vestía como le parecía no se vestía para ese tipo de reuniones solo se colocaba algo cómodo que encontraba y bajaba.
Hoy se vestiría de roja un rojo furioso contra la envidia como le gustaba decir, no quería volver con dolor de cabeza y se maquillaría lo suficiente para que vieran la ira forjada en sus ojos.
Mientras lo deliñaba sus ojos Ellen pensó :
-¡Que infierno! Ya se escuchan voces abajo y falta media hora esto va a estar ardido. Y yo lo voy a transformar en un infierno.-
Al terminar la frase mental sus ojos se posaron sin querer en "La divina Comedia" de Dante Alighieri y sonrió; el genial inframundo que Dante había creado no estaba adaptado para esta era moderna.
Porque de lo contrario habría diez o más circulos infernales.
Y uno especialmente para torturar a esta clase de gente que vive de apariencias y mentiras.
Y de pasar por encima a los aquellos que desean lo básico y no lo obtienen porque se los niegan.
Tomo las llaves remarco su labial y decidió bajar al hall donde ya estaban casi todos los vecinos, algunos portaban cartas de consentimiento otros tablets y los administradores aún no llegan.
Esta era una asamblea importante y ellos se daban el lujo de tardar.
Ellen movió la cabeza en señal de desaprobación, suspiro y alzo los ojos al techo.
Un vecino el peor el más detestable la miro y le dijo:
-Ellen pareces nerviosa.-
-Estoy apurada realmente porque esto acabe y solucionen lo mío.-
Al decir lo mío Ellen remarco las palabras las dijo lo suficientemente fuerte para que todos oyeran, por si alguno lo ignoraba.
Fue su primer acto.
Y siguió parada mirando su reloj.
En la otra esquina estaba la pareja de las apariencias.
Una pareja que desde que se habían mudado se sentían dueños del edificio querían plantas soldaduras de cobre, arreglar mármoles ya habían instalado una llave magnética que cada seis meses se tildaba y mejor no hablar si se cortaba la luz.
Ahí estaban ostentando baratijas.
Ella con un collar de perlas tan falso como la sonrisa que Ellen le dedico y él con una camisa a cuadros digna de un adolescente.
Se creían fashionistas, creían estar a la vanguardia.
Y atrasaban mil años solo con dejarse ver a los ojos de Ellen, la banalidad convertida en una pareja en todo su esplendor era ridículo verlos, provocaban nauseas todos sabían que eran muy clase media arañada y que su matrimonio era solo un papel hacía años.
Pero ellos fingían porque eso era lo único que sabían hacer.
En una mundo lleno de trivialidades ellos y el anterior vecino se llevan muchos premios.
Cerca de la puerta se encontraba una señora mayor que se había bajado un banquito y sentada allí observaba tranquila hasta que la mujer banal la encontró y la fue a saludar y le hablo de todo lo que ellos tenían planeado hacer ;la puso de su lado.
Ellen volvió a suspirar a revolear los ojos y a mirar su reloj.
Eso parecía un ring de box de varias esquinas ella no era ni de una esquina ni de la otra ni la otra ni la otra, tampoco era referí era un ser fuera de esa reunión.
Nada tenía que ver con nadie.
No le gustaba respirar el aire viciado por ellos y menos compartir.
Estaba realmente incomoda en esa reunión ya había visto la "distribución de las masas" las alianzas y aún no llegaban los administradores que nunca llegaban puntuales a pesar de sus BMW.
Ellen fantaseaba con un derrumbe o cualquier acontecimiento fatal que los matará a todos al instante, se perdía en sus fantasías como buena nefelibata que era no podía parar...estaba perdida en su ensueño tan protector y destructivo a la vez cuando llegaron los administradores y los saludos la sacaron de sus perversas fantasías.
Miro el reloj:19:40
-Tarde, siempre tarde .-
Pensó para mi si misma.
Después de los saludos el primer y más importante tema a tratar: la administración quería subirse los sueldos.
-Arrancamos peor que siempre.-Suspiro
Con tanta suerte que la escucharon y empezaron a discutir que ellos que nosotros que sus hijos que los nuestros que sus perros y sus gatos.
Todos discutían pero se voto a favor en esta seudo democracia administrativa.
Ergo las expensas aumentarían.
Luego de varios ítems todos banales como redecorar o "arreglar" los mármoles varios vecinos expusieron sus problemas en sus unidades y Ellen termino con su eterno discurso.
Las mismas promesas de arreglos, las mismas muecas de desprecio y las interminables miradas despectivas a su persona.
Ellen se las devolvía con una cortesía tan cruel que casi se diría mostraba los colmillos.
Podía ser hipócrita pero no a ese extremo.
Podía fingir un saludo cordial pero no eso.
Además esta fantochada infernal de mal gusto la tenía de un humor malísimo desde que se entero y luego tendría que extirpar toda esa energía negativa de su ser como un cáncer maligno.
Ellen sabía lo que le esperaba y aún así asistió.
Se culpo por ello pero esto ya estaba terminando y llegaría a su cama y se recostaría a resoplar como un animal enjaulado.
No soporto más el griterío ininterrumpido de uno de los administradores con uno de los vecinos que predicaba que los que no asistían (aún con argumentos y excusas perfectamente viables) no podían quejarse de nada.
Que ellos no vivían acá, que simplemente usaban las instalaciones a través de un pago etc.
¿No era eso la base de las expensas?
Usar los inmuebles pagando.
Ellen estaba harta quiso ser alguna heroína y tirar todo abajo y verlos retorcerse de dolor, ahogarse en su palabrería barata.
El dolor de cabeza fue más fuerte y se disculpo y se retiro a su departamento.
Fue directamente a la pieza para no oír más pero aún así las palabras retumbaban en su cabeza con maligno poder.
Sintió nauseas.
Cerro los ojos y respiro hondo por la boca pero de nada sirvió.
Estaba "sucia" se sentía agotada, con un agotamiento mental que más tarde no le permitió hacer su trabajo y tuvo que eludirse.
Coloco una toalla en sus ojos y trato de respirar la clara luz de luna que por la ventana entraba a su habitación pero el vecino de enfrente ausente en la reunión saco su guitarra y empezó a rasgar las cuerdas.
Eran agujas perforando el cerebro de Ellen.
Sus manos temblaban su celular sonaba una lagrima de ira rodo desde su ojo hacía su mejilla derecha.
Y fue todo Ellen grito con toda su fuerza.
Tomo su cartera las llaves y salió.
En el hall de entrada pude oler a azufre, eso había sido todo lo soportable.
Ya era demasiado.
Mudarse no era opción.
Nunca lo había sido ya que haciendo esto esto ellos ganarían y Ellen odia perder.
Camino sin rumbo enceguecida de dolor y rabia hasta que las luces de un auto la frenaron.
Se disculpo con el chofer y volvió en si.
Prendió un cigarrillo y trato de sentir el sabor al tabaco pero no esto era acido.
Hasta eso habían contaminado.
Esas reuniones repulsivas.
Llego a una esquina sin darse cuenta que había caminado casi veinte cuadras y busco un bar donde sentarse y descansar la mente.
Limpiarla y limpiarse ella.
Pero no pudo sentada allí viendo el microscópico humo que emanaba de su cigarrillo se imagino la hoguera donde quemaría a todos esos apestosos que se creían más que todos en esta Tierra.
Soñaba con tener el poder de la quiromancia para quemarlos uno por uno cuando un conocido se acerco a saludarla.
Pidió un té y siguió delirando perdida en su ensueño que cada vez tomaba más forma.
Quería seguir así por siempre...
Era fijo, si Ellen ansiaba estar sola alguien aparecía y ella no podía despedirlo no poseía ese don como tampoco el don de la victima. Odiaba dar lastima refería lastimar.
Ganarse mala fama, ser repudiada como lo hacían en el edificio.
Había dejado su celular pero eso no evito que Emanuel la encontrará y se sentará a hablarle hasta que notó la expresión en su rostro y le pregunto que sucedía..
-Reunión de tránsfugas digo de consorcio.-
Respondió Ellen.
-Ah lo de siempre.-
-Si ni más ni menos. -
-Ellen tenés que dejar de tomarte todo tan personal de ser tan dramatica. Lo digo por tu bien y sé que me odias en este momento por decirlo.-
-Efectivamente en este instante te odio.-
-¿Mañana tenes algún plan?.-
-No creo ¿por?.-
-¿Venís conmigo al campo de tiro?-
-Jajajaja Ema hablas en serio debo tener cara de asesina en serie y vos me queres llevar a tirar.-
-Te va a calmar y si no...bueno habremos pasado un rato ¿vamos?-
-Si.; pasa por mi-
Respondió Ellen y se levanto súbitamente a besar a Emanuel e irse.
Mientras volvía a su casa pensaba lo bueno y molesto que era Emanuel había sido bueno que apareciera ya que ella no tenía como pagar el te que estaba bebiendo y que la invitará a al campo de tiro hacía años que no iba si había ido dos o tres veces había sido mucho, pero Emanuel podía ser molesto, molesto de una manera que ni ella sabía expresar.
La trataba como hija como amiga y para el gusto de Ellen demasiado como mujer.
Odiaba esas miradas secretas que Emanuel le dedicaba.
En Ellen no había nada para ese Emanuel.
Al cruzar el umbral y acceder al hall de entrada aún sintió el tufo y volvió a sentirse sucia y llena completamente de ira.
La noche se hizo larga para Ellen tanto así que eran las tres y media de la mañana y aún sentía nauseas y ganas dé gritar y llorar.
Al fin pudo dormirse acurrucada en sus sabanas de algodón egipcio color azul Ellen ansiaba una compañía masculina que la abrazara y le dijera:
-Yo libraré esta guerra por ti.-
Como una especie de héroe de la antigüedad solo para ella responder:
-No amado mío esta guerra es mía yo volveré a tus brazos victoriosa.-
Tal era su vanidad, tal era su sueño, tal su fuerza oculta que no dejaría que nadie le arrebate la victoria.
Si había de descender al infierno y hablar con el Diablo lo haría.
Estaba dispuesta a todo.
Si por Helena se había originado la mítica guerra de Troya ella como buena desdiente de ese nombre podría hacer algo más pequeño y más productivo.
Sin Aquiles y sin Héctor.
Se despertó y aún se sentía "sucia" e incomoda.
Tomo su desayuno mientras respondía sus los mensajes que la noche anterior había ignorado.
A los íntimos les conto y de todos obtuvo casi idéntica respuesta:
-"Tenes razón habría que matarlos"-
Luego Emanuel la paso a buscar y fueron al campo de tiro estaba muy cambiado y Ellen apenas lo reconoció cuando estuvo armada y con los audífonos el arma se le hizo pesada y sus piernas temblaban.
-Pareces una niña virgen.-
Bromeo Emanuel Ellen también lo sintió así y sonrió ante tal ingeniosa comparación.
Ellen estaba fuera de linea si pero se imagino en el blanco la caras de los cuatro vecinos a quienes más detestaba y empezó a tirar-
Ya para el quinto había dejado de temblar y atinaba directo al pecho y entre los ojos.
Tanto así que se acerco un extraño a mirarla.
Ellen paro para recargar y el extraño se presento.
Se llamaba Javier y era un tirador experto.
Ex militar.
Ellen sonrió dijo su nombre y solo oyó los consejos de Javier para tirar mejor.
Luego de la practica los tres fueron a almorzar eran casi las cuatro de la tarde pero el hambre apremiaba y Emanuel quería hablar con el extraño.
Ellen solo tomaba notas mentales y miraba su celular.
En Google había encontrado una manera de hacer caer a los vecinos asquerosos.
A través de un portal del gobierno.
Chateo un rato pero para variar el gobierno y demás ordenes licitas no daban una respuesta clara ni efectiva.
Lo había intentado.
Esta vez sería por las malas.
Javier y Emanuel tomaron fotos intercambiaron números y Ellen solo acompañaba.
Al despedirse Javier le dijo al oído a Ellen:
-No sé que planeas pero es más negro que una noche sin luna.-
Ellen le dedico con sus grandes ojos negros la mirada más seductora y perversa que ese hombre hubiera visto jamás.
Al volver se metió directamente a la ducha y empezó a tramar su plan esta vez sin héroes ni poderes solo con su mente.
Gozaba bajo el agua caliente acariciándose los muslos con un perfumado jabón la forma que los reuniría y asesinaría a todos.
Estaba en un extasis.
Su celular sonó tan fuerte que la la saco del estado de excitación y la obligo a salir de la ducha.
Era una maldita promoción política.
Ya no se podía vivir en este mundo en paz ni con las ideas de una misma.
Rugió como un animal herido al cielo raso.
De pronto un olor a gas penetro sus fosas nasales.
Había una fuga en el edificio.
Se aviso a los vecinos que estarían varios días o quizás semanas sin el suministro por la reparación y ella volvió a poner en tela de juicio si era necesario arreglar algo que ella no usaba si ella debería pagar.
Obviamente si.
El primer día sin gas apenas lo noto para el desayuno luego tomo sus cosas y se fue a bañar al gimnasio luego de su clase.
Pensó en quedarse con algunos familiares cuando vio su oportunidad.
En el sótano trabajan los gasistas y habían dejado descuidado los planos Ellen los fotografió y los hizo ver por un arquitecto que dijo que todo estaba en orden que estos y aquellos eran eran tal y cuál cosa.
Ellen solo quería los de gas.
Los estudio vigilo como un águila a los gasistas y les imploraba que le devolvieran el gas que ella los premiaría con una torta exquisita que solo ella sabia hacer.
No se dejaron engañar por sus encantos pero los distrajo lo suficiente.
Una noche llego un paquete para ella del tal Javier siempre tan fácil de dominar Emanuel.
Lo abrió y para su sorpresa era una Mágnum 44 tenía dos balas y una nota.
-No retes a Emanuel me conto todo y quisiera ayudarte con esto, solo dos balas te regalo una por cada ojo que me miro.-
No había dirección ni numero telefónico así que solo tomo el arma y la limpio de huellas sostenerla le daba un placer especial.
Se recostaba y la tenía en su regazo como un gatito.
Al igual que a una mascota la acariciaba mientras seguía pensando en su plan.
La falta de gas iba ya por más de dos semanas y Ellen se estaba impacientando.
Varias personas le ofrecieron su hogar pero ella tenía otros planes en la cabeza.
Sus vecinos huían muy pocos quedaron en el edificio.
Ellen los veía y pensaba mejor para ustedes ya con todo el plan armado en su cabeza cito a una reunión urgente por la falta de gas.
Los caños principales estaban en la terraza allí los cito.
Pero sentían frío y decidieron ir a la sala de maquinas.
Solo los infaltables corruptos y vulgares fueron.
Con sus mejores andrajos ya que ellos ahora tenían que supervisar la obra no había ganas de montar un show de banalidad.
Ellen sin embargo llego con una peluca roja que tenía de cuando actuaba y un vestido negro lleno de lentejuelas el contraste con su piel blanca marfileña era deslumbrante.
Llego y saludo ellos ya estaban discutiendo.
Ellen dijo lo de siempre y como siempre fue atacada y ahora más.
-¿Saben algo? Estoy harta de soportarlos a todos pero acá están los peores y la verdad ya limpiaron hoy los caños y ya corre gas por ellos y ustedes sienten tanto frío que no están en la terraza sino que ustedes se han movido a la sala de maquinas y esta llena de gas .Huelan. Yo me quedo acá.
Su petulancia insignificantes insectos hacía mi persona siempre fue algo que me molesto sobre manera. Su manera de juzgarme si me visto así o asá y saco de una liga de sus pierna izquierda la mágnum y disparo un disparo tan certero que reventó la caldera y todos quedaron bañados por las llamas.
Los gritos se oían cuando Ellen descendió las escaleras y activo el sistema anti fuegos de ahí solo tomo un taxi y fue a a administración donde el portero la miro con ojos desorbitados igual que el taxista.
Ellen se sentía una especie de Mata Hari y era tan seductora la sensación que nada le molestaba.
Entro sin avisar y busco a aquel gordo desastroso que era dueño del lugar y hacía poco había cobraba más gracias a ella al encontrarlo se le puso en frente y dijo:
-Siempre me pareciste repulsivo, ni un minero esta tan sucio como vos y no...
El administrador quiso escapar y ella saco el arma y le apunto.
-¿Te vas a quedar quieto ñoqui de administrador?-
-Si.-Respondió tembloroso y al terminar de asentir exageradamente con la cabeza se orino.
Ellen lo vio y lo pateo lo obligo a sentarse y estar quieto no quería darle un discurso solo un disparo.
Ellen estaba harta de las explicaciones estúpidas de esta gente no las quería oír más.
Como tampoco quería hablar ella había hablado por años y siempre lo mismo.
-Ahora gordo aberración de la naturaleza ya no tengo frío ni cuatro de mis vecinos tampoco. Sabías? ¿Quizás alguien te conto o llegue demasiado rápido? -
Las facciones del hombre mostraron una asombro único que Ellen tomo a bien.
-¿No quieres que te mate verdad? La muerte es para muchos es lo peor para vos y tu grasa debería ser un alivio pero veo que tiemblas.
Además con un poco de esfuerzo encontré esto.-
Y le arrojo un puñado de foto de él con diferentes parejas sexuales todos del mismo sexo varones casi niños él señor que en su perfil de WhatsApp ostentaba una foto con sus dos hijos varones era un depravado un amigo de la trata de menores.
Una empleada de la administración lo llamaba advirtiéndole que en uno de los edificios había ocurrido un incendio y que ya estaba controlado pero todo era muy dudoso.
Ellen le hizo una seña con la mano para que se callara y solo respondiera que estaba ocupado o disparaba.
Obediente como asustado le pregunto que quería de él.
Ellen le dijo lo de siempre y viéndolo temblar y respirar su orín agrego otras peticiones las "victimas" se irían para siempre del edificio.
Ella quedaría impune de todo y no volvería a pagar las expensas y al primer problema con respecto a ella o a su unidad ella le pegaría un hermoso cuarenta y cuatro en la sien.
El hombre aceptó temeroso.
Ella lo hizo firmar un acuerdo de confidencialidad que había hecho redactar a último momento valía cada centavo.
Jamás se supo de los aquellos de la sala de maquinas ni como Ellen había pasado a tener a toda la administración a sus pies.
Ellen hasta regulaba a los nuevos vecinos este si este no.
Y si preguntaban como ella tenía tanto poder solo solo había una respuesta posible:
-Fue una adquisición hostil.-
Habían sido unas reuniones infernales...
Eso no evito que al primer semestre ella denunciara al hombre gordo por trata de menores y pusieran a cargo a otro con menos grasa y más decoro.
A Javier.
Ahora podía estar sentirse "limpia".
Sin olor a azufre ni orín.